Quizás debamos partir por saber en que quieren convertirse nuestros estudiantes o que les ofrece nuestra sociedad y a partir de esta premisa pensar en como podemos ayudarlos.
Vivimos en una sociedad en red, donde la globalización va ganando espacios cada vez mayores y las diferencias entre las distintas clases sociales sigue siendo también muy desigual. Con éste panorama ya no mas futurista, se hace imprescindible buscar la forma de achicar esa brecha digital entre docentes y alumnos.
La necesidad de ese cambio nos lo demuestran en la “sala de informática”, cuando frente a una tarea tan simple como “ingresar un texto” le ponen las ganas e interés que no vemos en el aula. Pista que creo nos están dando y piden “a gritos” que se renueven nuestros sistemas de enseñanza. A pesar de todo esto aun tenemos docentes que se niegan o tienen miedo a éste cambio. Sin embargo y sumado a esto pero no menos importante está el hecho de la carencia de los requerimientos físicos y técnicos que tenemos y que a pesar de la “buena voluntad” de todo el “material humano” nada podemos hacer sin ellos. Así como tampoco podemos pretender enseñarles si sabemos que una cuarta parte de la población estudiantil que tenemos en nuestros centros no tienen para comer. Todas estas carencias hacen que a veces nos cuestionemos en que medida les damos material para su futuro y/o alentamos para que no deserten.
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